domingo, 21 de diciembre de 2014

Otro cuento de Navidad

Érase una vez, un niño que vivía en un pequeño pueblo de un país muy lejano.
El niño tenía Síndrome de Asperger, aunque, él no lo sabía, sólo pensaba que era malo; como le habían dicho siempre los vecinos del lugar.
El niño vivía en una casa acomodada a sus necesidades, sin grandes pretensiones, pero donde se sentía a gusto.
Un día, los vecinos del lugar decidieron que el niño debía vivir en una casa más pequeña, sucia  y que, para nada, garantizaba una calidad de vida para el niño.
Los vecinos argumentaban errores que el niño había cometido en el pasado muy lejano, y que no tenían nada que ver con la actitud presente del niño, hasta llamaron a un médico para que confirmara lo que, según ellos, pasaba; el niño no tenía Síndrome de Asperger, sino que tenía simplemente otras dolencias psiquiátricas.
Lo que, en realidad, pasaba era que necesitaban la casa para dársela a otra niña del lugar.
Al mismo tiempo, la madre del niño. que estaba enferma, comenzó a sospechar que sus vecinos algo estaban tramando; cuando preguntó en el barrio qué ocurría, le contestaban que la actitud de su hijo no era la adecuada para vivir en esa bonita casa.
Como la madre no entendía nada, buscó un abogado que hiciera de intermediario entre los vecinos y ella.
Pero, ya era tarde, los vecinos habían denunciado al niño a las autoridades. De hecho, quisieron hacer firmar al médico un nuevo informe; pero, por suerte para el niño, el médico no se dejó manipular por el pueblo y se limitó a hacer bien su trabajo. 
El niño, según el nuevo informe del médico, tenía Síndrome de Asperger.
Pero los vecinos seguían empeñados en que el niño no debía permanecer en esa casa y consiguieron que hubiera un juicio ante las autoridades.
La madre, olvidándose de su enfermedad, se armó de valor y fue a dicho juicio en el que, con diplomacia, llevó la situación a su terreno.
De esa manera, la madre con su arrojo y el amor infinito hacia su hijo, consiguió que las autoridades autorizasen la permanencia del niño en esa casa.
Hoy día, el niño está en una casa más grande y más bonita, dónde aprende las cosas de la vida, y en la que está muy integrado.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

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