Mis hijos me sorprenden continuamente.
Creía que los conocía a la perfección y a cada momento me están enseñando cosas nuevas.
Cuando salí del hospital, hace unas dos semanas, no pensaba más que en ver a mis hijos, abrazarlos y darles achuchones. Cuál sería mi sorpresa cuando mi hijo J.C: me pregunta: ¿eres mi mamá? Te voy a hacer una pregunta que sólo respondería mi madre. ¿Cuántas pegatinas tengo en mi habitación?. Como mi respuesta fue "muchísimas" se dio por satisfecho y se marchó con una gran sonrisa.
Me quedé con los ojos como platos.
Reconozco que, en todo momento, tengo en cuenta las peculiaridades de mis hijos, pero, en circunstancias especiales, se me pueden escapar.
Aunque debería estar acostumbrada.
Cuando sobresale alguna cana en mi pelo negro, tengo al especialista en detalles, Pepe, que está ahí para decirme que me tiña el pelo, que si me dejo el pelo blanco ya no seré una madre, seré una abuela. Y lo dice en serio. Muy en serio.
Esto nos da que pensar a los "normales".¿Cómo ven el mundo los niños autistas?
¡Qué difícil debe ser analizar cada uno de los objetos que nos encontramos, desde su manera de percibir las cosas!
¡Qué cansancio deben producir muchas de las tareas que nosotros hacemos sin darnos cuenta!
No me extraña
que se encuentren molestos en sitios nuevos. ¡Cuánta información!
que les "incomoden" las personas desconocidas.
que les cueste cambiar de actividad.
Imaginemos un mundo en el que nos cambian todo cada dos por tres; tendríamos una gran ansiedad, por lo menos.